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Rosa Olucha.
Dirección
Premios Goya 2010
La gala que cambió las galas
La emisión de los Premios Goya más vista de la historia
Cómo fue
La retransmisión de la gala de la Academia del Cine 2010 alcanzó los 4.656.000 espectadores y logró un 26,4% de cuota de pantalla, convirtiéndose en la más vista de la historia.
La emisión de 2010 superó a la del año anterior en más de 1,2 millones de espectadores.
El punto más alto de cuota de pantalla televisiva tuvo lugar a las 00.40, cuando llegó a un espectacular 32% de cuota de pantalla coincidiendo con la aparición de Pedro Almodóvar, que llevaba un lustro alejado del certámen, para entregar el Goya a mejor película a la triunfadora ‘Celda 211’.
El minuto de oro se produjo a las 22.37 horas de la noche alcanzando los 5.831.000 seguidores.
14.720.000 espectadores conectaron con la gala en algún momento de la noche.
LOS GOYA 2010
Qué se dijo
LOS GOYA 2010
Sostuvo Andreu que Antonio Resines le había dicho antes de la gala "hagas lo que hagas te van a poner a parir". Y gracias a tan sabio consejo, o quizás por los años de tablas y experiencia al frente de su programa nocturno, Buenafuente pisó con seguridad el escenario, lanzó chistes impecables y sacó adelante ese caramelo envenenado.
La retransmisión televisiva de la gala de la Academia del Cine ha alcanzado los 4.656.000 espectadores y un 26,4% de cuota de pantalla, convirtiéndose en la más vista de la historia.
La retransmisión televisiva de la gala de la Academia del Cine ha alcanzado los 4.656.000 espectadores y un 26,4% de cuota de pantalla, convirtiéndose en la más vista de la historia.
Nadie ha podido superar aún su marca. Ni Rosa María Sardá. Ni Eva Hache. Ni Dani Rovira. Andreu Buenafuente es quien alcanzó la cima del éxito de los galardones del cine español con un 26.4 por ciento de share y 4.656.000 espectadores. El récord de audiencia hasta la fecha de Los Goya. Un dato que no fue casual.
Buenafuente, curtido en horas y horas de televisión, consumó, en el arranque de la gala, un monólogo vibrante, rápido y cargado de guiños reconocibles. Salió al escenario solamente cuando la gala lo necesitaba y celebró lo mejor del cine español en lugar de resignarse con lo malo. El patio de butacas estuvo especialmente repleto de rostros populares. Los Goya empezaban a ser elegantes, con actores que son estrellas fuera de España. La factura técnica fue perfecta. Rompió cualquier mal prejuicio sobre la tele en España.
Fue una ceremonia que tuvo claro lo que significa hacer una gala de premios por y para la televisión. Con sus presentaciones solemnes y, al mismo tiempo, sus guiños cómplices de andar por casa. Con sus agradecimientos eternos y, al mismo tiempo, con sus giros de guion inesperados. Así se logra un sarao imprevisible, esa es la clave, en unos Goya que acostumbran a ser demasiado evidentes.